Aprender un idioma es un proceso único y especial en el que intervienen elementos muy variados. El camino es largo, pero apasionante, y hay muchos recursos que nos pueden ayudar a conseguir nuestro objetivo. Pero, si queremos alcanzar el éxito realmente, hay tres factores que destacan sobre los demás y que sin duda tenemos que tener en cuenta:
- Motivación
Con respecto a la motivación, hay pocas cosas que se puedan comentar hoy en día que no se hayan dicho a ya. Sin embargo, siempre es positivo recordar a esta fuerza motriz que nos empuja cada día un poco más cerca de nuestra meta.
La palabra motivación viene del vocablo latino “motivus” que significa “movimiento” y el sufijo –ción, “acción” o “efecto”. Es, por lo tanto, un concepto que se asocia directamente con lo que nos estimula, lo que hace que nos pongamos manos a la obra.
La motivación es lo que nos da la energía positiva que necesitamos para impulsarnos hacia adelante. Por esa razón, aquellos que deseen realmente aprender el idioma, serán los que tengan las probabilidades más altas de conseguirlo.
Teniendo en cuenta todo esto, ahora llega el momento de pensar en cuáles son tus propios motivos. Tal vez lo necesites por exigencias de trabajo, porque te interesa la cultura del país, porque te supone un reto o, simplemente, porque te parece un idioma atractivo. Sean cuales fueren tus razones, si estás convencido de que es lo que quieres, ten por seguro que alcanzarás el éxito.
Personalmente pienso que el estudio de los idiomas debería ser más vocacional y no me gusta la presión que se está ejerciendo hoy en día para conocer ciertos idiomas. No obstante, parece que muchas personas se quedan enganchadas en el proceso y al final obtienen una experiencia positiva.
- Paciencia
No hay otra alternativa. Como hemos visto en post anteriores, la adquisición de un idioma es un proceso intrínseco a todos nosotros que se desarrolla de un modo gradual y progresivo. El máximo exponente de dicho proceso es el aprendizaje de la lengua materna cuando somos niños. Como podemos observar, a los niños les lleva varios años alcanzar un buen dominio del idioma a pesar de que, – según dicen – la plasticidad de su cerebro es mucho mayor que la de un adulto. Por lo menos hay que admitir que tienen una actitud mucho más abierta a la hora de aprender.
Por otra parte, hay ciertos estudios científicos que sugieren que hay un límite máximo de palabras que podemos aprender al día, que vendrían a ser unas diez. De cualquier modo, la realidad es que la mente se toma su tiempo antes de adaptarse a un nuevo idioma y eso es algo que no podemos forzar. Por esta razón, habría que abolir toda suerte de presión y prisa en este tema. Lo óptimo sería fluir e ir dejando que el proceso se vaya consolidando poco a poco sin preocuparnos de fechas, plazos, o cualquier otro tipo de cuantificación. En todo caso, si tienes que comparar los progresos, hazlo de un año a otro, ahí podrás darte cuenta claramente de la diferencia.
Una vez aclarados estos puntos, a continuación hay que dedicarles una mención especial a todos esos métodos y sistemas que prometen fluidez y resultados casi instantáneos. No he probado ninguno de dichos métodos, pero si hay algo que puedo asegurar, es que no hay atajos ni fórmulas milagrosas. Una de las bases del aprendizaje de los idiomas es que lleva mucho tiempo y esto hay que respetarlo, y cuanto más relajados estemos, mejor nos irá. Al fin y al cabo, el estrés no nos va a beneficiar en modo alguno. Por ello, si alguna vez nos topamos con uno de estos sistemas, es mejor ignorarlo, pues muy posiblemente se trate de una estafa.
No pongo en duda que haya ciertos políglotas que sean capaces de sacarle el máximo partido a un reducido número de palabras y a unas cuantas normas gramaticales, de tal modo que pueden desarrollar algunas conversaciones básicas en poco tiempo. Supongo que tendrán algún tipo de habilidad especial para establecer estas conexiones, algo que desconozco, pero en cualquier caso, estos individuos son la excepción, no la regla.
En conclusión, no te sientas mal si ves que avanzas despacio, de hecho, es lo natural, lo que debes esperarte. Es muy importante tener clara esta base para evitar frustraciones y desmotivaciones innecesarias.
- Práctica diaria
Ahora que tenemos la motivación y somos conscientes del tiempo que lleva el proceso, solo queda por determinar el tiempo que hay que dedicarle al proyecto.
En el caso de los idiomas, para no perder la sintonía, mantener el ritmo y avanzar lo máximo posible, lo mejor es practicar un poco todos los días. El proceso es inevitablemente lento y no avanza más deprisa por dedicarle muchas horas, y menos si solo se hace en un día en concreto. Por este motivo, siempre es mejor dedicarle algo de tiempo a diario, aunque sea media hora, algo que por otra parte también es positivo porque puede evitar que nos agotemos.
Las prácticas deben incluir sobre todo escucha, lectura y ejercicios gramaticales de vez en cuando, esto último sobre todo si estamos empezando.