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La realidad: hablar un nuevo idioma lleva mucho tiempo

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La realidad: hablar un nuevo idioma lleva mucho tiempo

Estamos hartos de verlo por todas partes. Muchos sitios de internet, así como supuestos gurús, libros o métodos afirman sin rodeos que pueden conseguir que los usuarios hablen fluidamente un nuevo idioma en periodos de tiempo tan increíblemente cortos como tres, seis meses, o quizás un año. Ante esto, puedo decir sin rodeos que sin duda se trata una estrategia comercial y no debería darnos mucha confianza, porque la realidad es que:

Aprender un idioma nuevo es un proceso lento y consta de varias fases

Una vez más hay que volver al inicio de todo, a aquella época en la cual éramos niños pequeños y aprendimos nuestro idioma materno con total efectividad. Un niño desde su nacimiento se encuentra completamente expuesto al idioma de su entorno y sin embargo, no suelen emitir su primera palabra antes de que transcurra un año. Además, estos primeros intentos aún se encuentran muy alejados del dominio del lenguaje real que, mal que nos pese, lleva varios años.

Esto se debe a que antes de estar preparados para hablar, debemos atravesar una fase de asimilación, en la que el lenguaje poco a poco se va integrando en nuestra mente, así pues, el primer paso del proceso es la comprensión. Para hablar un idioma, es necesario comprenderlo y una vez que hemos conseguido esto, viene todo lo demás. De hecho, los mismos niños empiezan a hablar por sí solos y lo hacen exclusivamente cuando se sienten preparados, con independencia de los deseos o las buenas intenciones de los padres.

Por ese motivo, no recomiendo empezar a hasta que haya pasado el primer año

Es más, ni siquiera recomiendo empezar a hacerlo hasta que uno se sienta preparado, con independencia del tiempo que lleve, para alejar por completo a ese gran enemigo de los idiomas: La presión. De hecho, mucha gente cae presa de la frustración y abandona el estudio de los idiomas porque no ve resultados rápidos, por eso hay que tener claro cómo funcionan las cosas, aceptarlo, comprenderlo y establecer unas metas realistas a largo plazo, aunque sean de varios años. De esta manera, seguro que alcanzaremos el éxito.

La próxima vez que te plantees el proceso, ten bien presente la imagen de los niños, los mejores aprendices del mundo. Si ellos tardan unos cinco o seis años en hablar un idioma con fluidez, y eso estando sumergidos en el entorno, imagínate lo que nos puede llevar a los demás. También hay que decir, que para hablar un idioma no hace falta ser perfectos y que, de hecho, es perfectamente apropiado lanzarse aún a pesar de nuestros fallos, incluso los propios niños empiezan así. Con esta idea in mente, siempre podemos acortar el plazo.

Antes de esto, también podemos introducirnos en el tema de las conversaciones, a ser posible de un modo guiado y con un tutor, pero a sabiendas de lo que podemos conseguir y con las expectativas adecuadas. Me explico, siendo realistas, un adulto con un nivel que no llegue a intermedio puede tener conversaciones del tipo “mi color favorito es el azul” o “hola qué tal mi nombre es Juan y trabajo como profesor”. No es que la práctica en sí me parezca mal, pero creo que los niveles básicos no son suficientes como para sustentar una conversación animada entre gente de cierta edad, lo que puede conducir al aburrimiento o lo que es peor, a sentirse frustrado por no poder una conversación normal. Por eso una vez más repito:

Hablar lleva mucho tiempo, así que lo mejor es liberarse de presiones y empezar a hacerlo cuando uno se sienta preparado.

Últimamente he observado que muchas personas con niveles principiante o básico ya están buscando compañeros para practicar por Skype, y esto lleva invariablemente al fracaso. Lamentablemente, cuando estos estudiantes se dan cuenta de que no pueden desarrollar una conversación, no tienen más remedio que dejarlo, y esto puede hacer que abandonen por completo el idioma, lo que es peor todavía.

No se aprende más por empezar a hablar. Al contrario, hablar es la consecuencia de haber aprendido.

No obstante, con respecto a este tema, aún hay que hacer algunas apreciaciones:

  • No todos los idiomas son iguales. Si elegimos un idioma de la misma rama lingüística del que ya hablamos, el proceso será obviamente más rápido.
  • No todas las personas son iguales, cada uno lleva su propio ritmo y habrá quien se sienta cómodo mucho más rápido. Por eso cada uno debe valorar cuando se siente preparado.
  • Hay aspectos personales que nos diferencian, esto significa que aunque algunas personas necesitan una buena base para empezar a hablar, a otras no les importa cometer muchos errores e ir practicando.

En conclusión, podríamos decir que al igual que en otras múltiples facetas de la vida, a la gente le gustaría encontrar fórmulas rápidas y milagrosas, pero esto raramente existe. La buena noticia, es que con paciencia y perseverancia lo podemos lograr, ¡así que adelante!

 

 


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¿Es necesario tener un profesor de idiomas?

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Como hemos visto en artículos anteriores, los idiomas se aprenden mediante un proceso de adquisición que es natural e intrínseco a todos nosotros. Este proceso es totalmente diferente al que nos lleva a aprender el resto de las materias, porque no se activa del mismo modo. Los idiomas no se estudian, se aprenden. Teniendo en cuenta esto, cabría preguntarse ¿cuál es el papel que juegan las clases en todo esto?

Podría hablar de mis propias experiencias, de las horas pasadas en clase estudiando la gramática y de la repetición de ejercicios sobre la misma. ¿Aprendí algo? Por supuesto, de hecho obtuve una buena base que me ayudó mucho posteriormente, pero en aquellos tiempos me costaba mucho hablar. Faltaban partes importantes del proceso, y sin esas partes, no es posible lograr el objetivo completo.

Muchos años más tarde, cuando aprender inglés se convirtió en una prioridad para mí, empecé a investigar sobre el asunto, a hablar con gente, a analizar las teorías y, finalmente, a extraer conclusiones. Todo esto es lo que he expuesto en mis post “Los Secretos para Aprender un Idioma” y, como puedes ver, resulta muy lógico. En realidad es algo que me parece muy coherente porque lo he podido contrastar con mis propias experiencias personales.

Así es como me he dado cuenta de que una buena parte de mi propio aprendizaje se la debo a mis propios esfuerzos. De hecho, nosotros somos los mayores artífices del logro, porque somos los responsables últimos de poner en marcha los mecanismos necesarios para adquirir un idioma, es decir, leer, escuchar y aportar una buena dosis de motivación. Nadie de fuera puede venir a darnos esto.

Por lo tanto, ¿es necesario entonces un profesor?

Tener un profesor no es imprescindible, pero tener un buen profesor sí puede ser una gran ayuda.

En primer lugar, no siempre es fácil o cómodo exponerse al idioma que queremos aprender, o hablar con personas nativas, de esta manera, el simple hecho de tener a una persona cerca para hablar y escuchar, nos va a servir efectivamente de ayuda. Por otra parte, un profesor siempre va a tener más paciencia para escucharnos y explicarnos las dudas, algo que a veces no podemos encontrar en la gente que conozcamos. Además, por muy regulares que sean las clases, siempre habrá algo que retengamos, y que se irá constituyendo como base.

Además de todas estas cuestiones, hay que mencionar también que uno de los factores fundamentales es la motivación, y para muchas personas el simple hecho de asistir a clase y de tener a alguien que les apoye es una buena razón para seguir adelante.

Desde otro punto de vista, también hay profesores excelentes que saben crear un ambiente de interés y atención entre los alumnos. Si encuentras a alguien que sepa guiarte, darte buenas recomendaciones y hacer más ameno el proceso, podrás avanzar bastante. Como todo en la vida, las personas que sientan pasión por su profesión harán un buen trabajo, igual que los que lo hagan por hacer algo no tendrán los mismos resultados. La recomendación en este caso sería no conformarse y ser un poco selectivos, y buscar a una persona con la que tengamos buena sintonía o que utilice los métodos más apropiados. Los diversos métodos online que existen hoy en día lo favorecen porque puedes tantear a varios profesionales hasta encontrar el tuyo.

Eso sí, la realidad es que, por muy buen profesor que tengamos, nunca lograremos nuestro objetivo si realmente no queremos. En ningún caso podemos olvidarnos de nuestra responsabilidad en este aprendizaje, ya que nosotros somos los verdaderos protagonistas.

En conclusión, siempre y cuando tengamos la voluntad, un buen profesor nos puede ayudar mucho. Si es buen profesional nos puede dar guía y estímulo. Pero, estando en el siglo XXI y teniendo tantos materiales disponibles, cursos online, vídeos y aplicaciones, no es estrictamente indispensable, ya que podemos exponernos al idioma nativo de muchas maneras. No obstante, el apoyo que nos pueda dar un gran profesional es incuestionable, así que si nos podemos esta ayuda, siempre será mejor, especialmente para las personas que empiezan. La decisión está en manos de cada uno.

Ver también:

Los Secretos para Aprender un Nuevo Idioma I

Los Secretos para Aprender un Nuevo Idioma II

Los Secretos para Aprender un Nuevo Idioma III